EDUCATION & VALUES

sábado, 17 de agosto de 2013

CRECER SORPRENDIÉNDOSE



                                   


     En la sociedad de hoy día, los niños y niñas están creciendo  en la cultura de la abundancia y del tener. Resulta muy difícil pues poder sorprender a un niño que está acostumbrado a tener regalos con frecuencia o premios materiales por sus buenos actos, con los que los mayores  pensamos que debemos recompensarlos, convirtiéndose a la postre esta recompensa en una acto automatizado que con el tiempo pierde valor.
La realidad, por otro lado, es que la sorpresa es una de las emociones básicas en la que los niños, por norma general, alteran su atención y modifican su conducta y las respuestas que se presentan ante la sorpresa suelen tener mucho que ver  en la relación con su felicidad. Por tanto merece la pena unir aquello que se les ofrece a  la sorpresa,  con el objetivo de que los niños aprendan a valorar mucho más aquello que  se les ofrece y para que ellos mismos hagan de esta creatividad, a la que va ligada el acto de sorprender,  un medio para sus vidas.
Todos hemos oído alguna vez a nuestros padres y abuelos decir que se entretenían con infinidad de objetos sencillos: un palo, una piedra o incluso una lata de sardinas, eran las distracciones de muchos niños y niñas  años atrás. La sencillez de estos objetos  despertaban en ellos la imaginación y su creatividad, que por tanto, estaba a la orden del día en la vida de nuestros predecesores. Hoy sin embargo la abundancia y la sofisticación de muchos de los juguetes dejan poco espacio para la imaginación de nuestros niños y niñas. Esto se traduce en un aburrimiento temprano en los que los juguetes acaban arrinconados, como tienen tantas cosas  ni siquiera las valoran, sorprenderles así se convierte en una tarea harto difícil. Es  curioso ver como  a pesar de que los niños de hoy día tienen de todo, en realidad viven aburridos y les resulta muy difícil jugar y entretenerse.
Para luchar contra este aburrimiento y ayudarles a sorprenderse fomentando su imaginación sería importante salir de lo material e intentar que el niño pueda cultivarla, por ejemplo, con  la contemplación de la belleza de un paisaje o con la elaboración de una receta de cocina.
Esta forma de vida, de educación y de transmisión de valores se adquieren por aprendizaje y por imitación, es decir, en función de lo que el niño ve en sus modelos. Tienen mucho que ver por tanto los padres, o profesores o aquellos mayores que en algún momento puedan estar en contacto con ellos. Y requiere una dedicación, un conocimiento por parte de los adultos que en algunas ocasiones y debido a la forma de vida de la sociedad actual se antoja difícil.
En general, nos consta que es mucho más fácil y cómodo “enchufar” a nuestros hijos a la play o al i-pad, que sentarnos a contemplar un bonito cielo estrellado con ellos. Sin embargo este tipo de acciones son las mejores para generar sorpresa en nuestros pequeños y combatir así el aburrimiento infantil. Y puede convertirse para los mayores en un paréntesis y una bonita pausa en nuestras ajetreadas vidas.

También es importante propiciar situaciones en las que los niños estén en contacto con otros niños. A pesar de que en la sociedad actual, el ocio infantil es cada vez más individual, en realidad, para un niño no hay nada que sea más gratificante que jugar en grupo o poder estar con otro niño en el parque o a través de juegos colectivos o de equipo. Por esta razón, conviene favorecer el hecho de que el niño pueda relacionarse habitualmente con sus iguales.